La segunda vida de las #fortalezas alpinas
Las que en su momento fueron gigantescas fortalezas de los Alpes suizos
están militarmente desfasadas, pero su mito perdura. Los búnqueres
secretos, antes celosamente custodiados, se convertirán ahora en parques
temáticos.
Fuente: http://www.revue.ch/es/ediciones/2015/01/detail/news/detail/News/la-segunda-vida-de-las-fortalezas-alpinas
Un idílico camino forestal al pie del Harder, la
montaña local de Interlaken en el Oberland bernés. Algo apartado del
camino hay, pegado a la roca, un edificio revestido de madera estilo
cabaña de troncos con una enorme puerta: quizá un cobertizo para los
trabajadores forestales, para guardar las herramientas. A la entrada, en
este lluvioso domingo de abril de 2014, hay unas veinte personas, entre
ellas un ex Jefe de Estado Mayor del ejército suizo, que entretanto
tiene ya 84 años. Por primera vez, un amplio sector de la población
puede echar una ojeada y ver qué se esconde tras el edificio revestido
de madera. Claro que no es un cobertizo para guardar herramientas sino
una fortaleza militar hasta hace poco totalmente secreta. En la Segunda
Guerra Mundial estaba aquí el búnquer a prueba de bombas del Estado
Mayor del ejército suizo, hendido en la montaña a gran profundidad.
Hasta los años 90 del siglo pasado, el llamado Goldey-Stollen sirvió de
capitanía general e importante vínculo con todos los grandes gremios del
ejército y con el Consejo Federal. El General Henri Guisan tenía su
destacamento de emergencia separado y protegido, a pocos km de allí.
Cuartel general en Interlaken
Interlaken, imán turístico desde hace siglos,
también fue durante mucho tiempo un punto militar clave. Su situación
geográfica, en el centro de Suiza, blindado por el lago de Thun y el de
Brienz y rodeado por altas montañas, le predestinó a ser sede del
cuartel general del ejército entre 1941 y 1944. En las montañas de los
alrededores de Interlaken todavía hay innumerables galerías de túneles,
destacamentos, depósitos subterráneos de municiones y carburante,
búnqueres de infantería y fortalezas de artillería. Todos los accesos a
Interlaken, por agua, tierra y aire, habrían podido ser bombardeados en
caso de guerra desde grandes fortalezas. Eran los tiempos del “Réduit” o
“reducto”, el repliegue de grandes partes del ejército en el centro de
los Alpes. El “reducto” debía intimidar y, en caso de una incursión
militar, los agresores deberían enredarse en penosas luchas.
Por suerte, Suiza nunca tuvo que demostrar que el
ejército atrincherado en las montañas también puede defender el país con
éxito. No hay unanimidad entre los historiadores en cuanto al sentido
del “reducto”, pero el mito de las inexpugnables fortalezas alpinas
sigue grabado en la conciencia colectiva helvética.
Gigantesco laberinto de cuevas
Aun así, de las que antaño fueron imponentes
fortalezas alpinas no queda mucho más que el mito. En 1995 se dejó de
utilizar la mayoría de las fortalezas; las restantes, excepto algunas
que siguen siendo búnqueres secretos de la cúpula del ejército, les
seguirán pronto. Tras el final de la guerra fría, y por razones
financieras y estratégicas, se abandonó el laberinto de túneles
militares, gigantescos en sus “mejores tiempos”: un total de unas 26.000
unidades de distinto tamaño. Las fortalezas con cañones fijos y otras
armas estaban repartidas por toda la serranía. Como regla general, allá
donde se levantara una cordillera había o hay un submundo militar.
Muchas fortalezas eran autárquicas, no sólo estaban equipadas con armas
sino que además su infraestructura permitía sobrevivir mucho tiempo a
gran profundidad dentro de la montaña. Disponían de su propio
abastecimiento energético, dormitorios, restaurantes, salas de estar,
cocinas, panaderías y hospitales. Además, las fortalezas construidas
tras la Segunda Guerra Mundial eran a prueba de bombas atómicas.
Con los proyectos de reforma “Armee 95” (Ejército
95) y “Armee XXI” (Ejército XXI) muchas fortalezas resultaron superfluas
. Hubo que hacer un inventario. Silvio Keller, ex jefe de proyecto de
monumentos militares en el Departamento de Defensa, describe el proceso:
“Tuvimos que clasificarlas y decidir qué fortalezas eran importantes a
nivel nacional, regional o local, cuáles deberían mantenerse y cuáles
deberían ser demolidas o en todo caso vendidas”. Y efectivamente, ahora
muchas asociaciones y fundaciones privadas compran estas cavernas en
cualquier parte de Suiza y las abren al público.
Originales mundos de experiencias
Estas cuevas no utilizadas son cuidadosamente
restauradas y equipadas con fieles reproducciones de objetos militares –
una atracción turística adicional. Así pues, en el futuro uno no sólo
escalará montañas en Suiza sino que, cada vez más a menudo, podrá
introducirse en ellas. “Una experiencia para jóvenes y viejos: visiten
este interesante búnquer en la bahía Beaten del lago de Thun”, se lee
por ejemplo en el folleto desplegable de un búnquer de infantería. La
fortaleza de St. Maurice, en el Valais, ofrece una “visita histórica”.
Allí se puede descubrir “el apogeo de la historia de las fortalezas
suizas, de 1911 a 1995, y conocer la vida de las guarniciones”. Por su
parte, la fundación “Schwyzer Festungswerke” (Fundación para las
Fortalezas de Schwyz) pondera las cualidades del cuartel general
subterráneo “impecablemente conservado” de Selgis, en el valle del
Muota, que se puede visitar todo el año y es accesible en silla de
ruedas. Naturalmente, se hacen visitas guiadas y se pueden organizar
aperitivos o cenas en la fortaleza. Lo que una vez fue secreto absoluto
se va convirtiendo en parques temáticos subterráneos.
El Gotardo: el núcleo
Este concepto ya ha sido aplicado consecuentemente
en la fortaleza Sasso, de San Gotardo, que, según la publicidad, ofrece
“una experiencia inolvidable”. La entrada, una discreta puerta, está
algo apartada de la carretera del puerto de montaña, en el hospicio del
Gotardo. Para visitar el laberinto militar de cuevas se aconseja
abrigarse, incluso en verano. Atravesando húmedas y algo opresivas
galerías, uno puede constatar que está en una cueva extraordinaria. Se
trata de la mayor fortaleza de Suiza. Pasillos quilométricos unen
cavernas tan altas que no sólo albergaban toneladas de municiones, sino
además víveres, agua y otros productos de primera necesidad para
abastecer a varios cientos de soldados durante meses.
Tras unos diez minutos de marcha a pie se llega a un
funicular subterráneo, un antiguo montacargas para municiones, donde
los turistas son recibidos por un soldado viviente con el uniforme de
las tropas de la fortaleza, que lleva a los invitados en un trenecito
para municiones. Ahí empieza la aventura: el trenecito va avanzando y
ascendiendo en el interior de la montaña. Una vez llegado a la parte
superior, uno se encuentra pronto en una cafetería donde también se
venden souvenirs. Es el momento de decidir, con una copa de vino de la
fortaleza en mano, si se quiere visitar primero la parte militar de la
fortificación o bien se prefiere ir directamente a la exposición
multimedia.
En la parte militar se pueden ver, además de una
película, alojamientos para las tropas, el cuartel general y las
centralitas telefónicas, así como piezas de artillería. Nos encontramos
en una fortificación mantenida en el más absoluto secreto hasta los años
90. Desvelar la ubicación de tales fortalezas se consideraba alta
traición, un delito castigado con la pena de muerte durante la Segunda
Guerra Mundial. En aquella época también se escondió en esta
fortificación una gran parte de las reservas de oro de Suiza. Una
galería conduce a una plataforma exterior recién construida para los
visitantes, donde se pueden contemplar las montañas desde una
perspectiva muy particular y justamente al lado de un cañón que tiene
unos cuatro metros de longitud.
La parte no militar de la fortaleza Sasso San
Gottardo comprende un parque temático multimedia. Donde antes cientos de
soldados estaban de servicio, hay una exposición permanente sobre el
agua, el tiempo y el clima, la energía, la seguridad y el hábitat, así
como sobre nuestra utilización de las reservas naturales. El Gotardo
como el arca de agua de Europa y línea divisoria de aguas es uno de los
temas principales, para el cual se dispone como material visual sobre el
cambio climático de un pequeño glaciar subterráneo, y en la principal
encrucijada europea norte-sur se tematiza naturalmente también el
tráfico en continuo aumento.
Spa en lugar de cañones
No lejos de Sasso San Gottardo, en la parte tesinesa
del puerto de montaña, se encuentra la antigua fortaleza de artillería
San Carlo, a 2000 metros de altitud, reconvertida en 2004 en el albergue
mejor protegido del país: la antigua fortaleza es ahora un hotel de
cuatro estrellas y un spa llamado “La Claustra” – poco recomendable para
claustrofóbicos. En la publicidad se dice: “Quien se aloja en este
hotel puede sentirlo, olerlo y oírlo: aquí nos encontramos en una cueva,
más exactamente en un búnquer de artillería en desuso situado en el
Gotardo. Ahora se pueden organizar aquí seminarios y retiros,
sumergiéndose en un mundo subterráneo y en la protección que ofrece”.
Y el hotel ofrece muchas cosas: Además de salas de
estar, habitaciones elegantemente decoradas, con agua corriente de cinco
fuentes propias, también hay un restaurante, además de un baño de vapor
y una cueva acuática. Y según dice Rainer Geissmann: “Seguimos
invirtiendo”. Este empresario de Liechtenstein compró la fortaleza en
2012 y trabaja con gran empeño para realizar todos sus planes. Según
Geissmann, en el invierno de 2014-2015 “se incorporarán dos suites
exclusivas y una sauna finlandesa”. Ya la transformación de la fortaleza
costó entre 1999 y 2004 ocho millones de francos y nunca se pudo lograr
cubrir los gastos.
También el nuevo propietario afirma que todavía no
es altamente rentable, pero asegura que la situación va mejorando, y
añade que, al fin y al cabo “este es un hotel único en el mundo entero”.
El interés va en aumento: la revista de viajes “Geo Saison” ha incluído
a “La Claustra” en la lista de los cien hoteles más hermosos de Europa.
También se suceden los canales televisivos del mundo entero. En
noviembre de 2014, poco antes de la pausa invernal, estuvo también en el
Gotardo un equipo de la televisión estatal rusa para producir una
emisión de 45 minutos de duración.
Nueva definición del concepto de protección
El antiguo búnquer gubernamental de Amsteg, al norte
del Gotardo, no ha sido reconvertido en un spa ni en un establecimiento
dedicado a la gastronomía. Su misión sigue siendo la seguridad. Allí
donde en su día se construyó en la roca una casa de madera de dos pisos,
algo parecido a un entorno civil para las principales autoridades del
país en caso de guerra, donde cabían entre otros 123 automóviles y 13
camiones, ahora hay un negocio que valora la discreción como antes lo
hacían los militares: la Swiss Data Safe AG y la Swiss Gold Safe AG.
La Swiss Data Safe ofrece, según su publicidad, “a
una clientela nacional e internacional amplios servicios de seguridad y
protección en fortalezas construidas en la roca”. En los búnqueres se
almacenan “sistemas de TI, datos, actas y archivos, títulos de valores y
objetos artísticos y culturales”. Afirma su publicidad que la
infraestructura en los Alpes suizos es más segura que en un banco, ya
que las medidas de seguridad “superan las de las directrices de los
bancos” en cuanto a sistemas de cierre, control de acceso, supervisión y
protección contra incendios.
La segunda empresa, Swiss Gold Safe, alquila
consignas “también para no suizos, para guardar objetos de valor como
documentos, joyas, metales preciosos (sin necesidad de abrir una cuenta
en un banco) en uno de los mejores centros privados del mundo de alta
segurid”. ¿Por qué en Suiza? En la página web de la empresa se lee que
Suiza “es uno de los países política y económicamente más estables del
mundo, con una larga tradición de protección de la propiedad privada”.
Así que las antiguas fortalezas ya no sirven para proteger al pueblo y
al Estado, sino los bienes.
En esos lugares hay tanto pequeños y modestos museos
dirigidos por los lugareños nostálgicos, crías de champiñones en
húmedos hoyos frescos, además de parques temáticos y museos altamente
profesionales, y no falta hostelería muy especial o búnqueres de alta
seguridad: no hay límites para la fantasía. La segunda vida del antiguo
laberinto militar de túneles, fortalezas y búnqeres antes absolutamente
secretos acaba de comenzar.
Importancia en la guerra
Junto con la fortaleza de Saint-Maurice en el oeste de
Suiza y la de Sargans en el este, la zona de fortalezas del Gotardo era
el núcleo del dispositivo de defensa del “reducto” durante la Segunda
Guerra Mundial y durante la Guerra Fría. El General Henri Guisan aseguró
lo siguiente en su informe sobre el servicio activo entre 1939 y 1945,
refiriéndose a la importancia de las fortalezas: “Estoy convencido de
que, a partir de 1943 aproximadamente, nuestras fortalezas jugaron un
papel importante en los planes de los alemanes y es probable que
contribuyeran considerablemente a evitar un ataque a Suiza. Por eso
hemos amortizado en buena medida los gastos de construcción de las
mismas”.
Fuente: http://www.revue.ch/es/ediciones/2015/01/detail/news/detail/News/la-segunda-vida-de-las-fortalezas-alpinas
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